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Diseño que cuida: 
La Neuroarquitectura y el bienestar en los espacios

Enero, 2025

La neuroarquitectura surge como una disciplina que combina la neurociencia con el diseño y la arquitectura para crear espacios que impacten de manera positiva en quienes los habitan. Más allá de la estética o la funcionalidad, este enfoque se centra en cómo los entornos influyen en nuestras emociones, comportamiento y salud, utilizando la ciencia como guía para tomar decisiones de diseño más humanas y conscientes.

Cada espacio que habitamos deja una huella en nosotros. Desde la luz que regula nuestros ritmos biológicos, hasta las formas y colores que desencadenan sensaciones de calma o energía, los entornos nos afectan física y emocionalmente. Diseñar desde la neuroarquitectura significa poner al bienestar en el centro, pensando en los sentidos, las emociones y las necesidades únicas de las personas que vivirán en ese espacio.
Por ejemplo, en una vivienda, el diseño puede personalizarse para fomentar la concentración en un área de trabajo, reducir el estrés en un dormitorio o potenciar las interacciones sociales en una sala de estar. Esto se logra mediante una combinación de factores como colores, texturas, iluminación y distribución del mobiliario, siempre adaptados a los ritmos y objetivos de los usuarios.La neuroarquitectura también resalta la importancia del diseño biofílico: la incorporación de elementos naturales como madera, plantas o patrones orgánicos. Esta conexión con la naturaleza tiene beneficios comprobados en la reducción del estrés, la mejora de la salud mental y el aumento de la creatividad.



Diseñar con esta visión es una oportunidad para transformar los espacios en herramientas de bienestar. Cada decisión, desde los materiales hasta la acústica, tiene el potencial de mejorar nuestra calidad de vida y convertir el entorno en un refugio para el cuerpo y la mente.
1
Diseñar pensando en los sentidos, desde la textura de los materiales hasta el sonido del ambiente.

2
Incorporar iluminación que respete los ritmos circadianos y potencie las actividades específicas.

3
Usar elementos de la naturaleza como madera, vegetación o vistas al exterior para generar calma.

4
Elegir colores que no solo decoren, sino que guíen las emociones según el propósito del espacio.

5
Crear espacios flexibles y accesibles que se adapten a las necesidades de quienes los habitan.




Escrito por

 Macarena Sáenz